Hoy pagué cuatrocientos quetzales por blindar mi carro, digo, por polarizarlo. Aunque pensándolo bien, cumple con una función similar. Los ricos blindan sus camionetas para proteger su vida de los ladrones en las calles; y la gente no-rica, polariza lo más obscuro posible su carro, para también, proteger su vida de los ladrones.
La medida tomada en ambos casos, responde a una misma causa, innecesario sería mencionarla. Al igual que la anterior, existen muchas otras causas y claro, medidas tomadas por la población.
Tal es el caso de los costosos seguros médicos, pagados por quienes pueden. Con la finalidad de tener un respaldo en caso de un accidente u enfermedad. O bien los curanderos y médicos naturistas y hasta brujos, en el caso de la gente que no puede optar por tener un servicio de salud de calidad. Así también, la salud pública o ¿debo llamarla el Niágara en bicicleta?, la cual no estoy seguro si cura o termina enfermando más a las personas que atiende.
Y dónde dejamos los colegios y universidades con mensualidades costosísimas, a las que recurren los ricos, para que sus hijos puedan obtener una educación con los estándares requeridos. O también, las escuelas públicas a las que recurren las personas que no pueden brindarle más a sus hijos que el tiempo, casa y alimento, para que ellos asistan a las mismas. Escuelas que por cierto, brindan una educación mediocre e insuficiente.
Ah, y no olvidemos la justicia guatemalteca a la que ricos y pobres intentan no acudir, porque se sabe que únicamente estancará los procesos judiciales, y hasta podrá meter en más problemas.
Ante ello me pregunto: ¿Acaso la función del Estado no es brindarnos seguridad, salud, educación y justicia?. Entonces, ¿Por qué debo encargarme de lo que el estado se debe encargar, si cumplo con mis obligaciones?. ¿Por qué ni los ricos ni los pobres podemos obtener los beneficios de vivir en un Estado al cual contribuimos?
Pregunta más importante: si ni los ricos, ni los pobres se benefician de los servicios estatales ¿quiénes sí lo hacen? Innecesaria es la respuesta.
Diego Monterroso