Este 2016 todos iniciamos con una—o por lo menos inclinados a alguna—. Los militares y sus familiares con la derecha; los guerrilleros y sus familiares con la izquierda. Me refiero a las ideologías, o mejor dicho, a los sesgos ideológicos que dividieron la opinión de la población guatemalteca por las polémicas capturas militares y asesinatos durante el conflicto armado. Ante dicha polarización, mi interés en este artículo no es darle la razón a alguno de los bandos; sino expresar lo contraproducente que resulta dejarnos influir por algunas ideas de corrientes de pensamiento que no se adaptan a nuestro país.
Las ideologías se desenvolvieron en el siglo XIX, tras la caída del Antiguo Régimen en Europa ante la necesidad de mejorar la sociedad. Eran sistemas especulativos de principios, sobre los cuales se discutía la manera correcta de construir la sociedad, por ejemplo: el conservadurismo, el liberalismo, el romanticismo, el socialismo y el positivismo.
Guatemala fue y es receptora de dichas ideologías. Durante el conflicto armado interno (1960-1996), la población se dividió entre revolucionarios socialistas (izquierda) y conservadores, influidos por el capitalismo de Estados Unidos (derecha). Compatriotas lucharon entre sí por ideas infundidas por la Unión Soviética y los Estados Unidos que no buscaban más que obtener países satélite para lograr su supremacía mundial.
El socialismo—muy a groso modo— en sus orígenes buscaba eliminar la propiedad privada, para conseguir una igualdad material, en la que no existieran ni clases, ni diferencias y por tanto, que no existieran sistemas opresores. Defendían al obrero. El liberalismo capitalista promovía la propiedad privada, el libre mercado, el respeto a los derechos individuales y la desigualdad material. Ambos, con la creencia de que así la población viviría mejor.
Si las bases de esas ideologías fueron causa de disputa en el país: ¿existían clases sociales? No, porque eso significaba que se tenían derechos y responsabilidades según la clase. En Guatemala no habían. ¿Había propiedad privada? Sí, y nadie se oponía a ella. ¿Habían derechos individuales? Sí, y todos les querían. ¿Habían opresores y oprimidos? Sí y a mi parecer siempre lo habrán.
A lo que quiero llegar es que muchas de las disputas no fueron en defensa de las ideologías per se, sino parte del plan de supremacía de los lideres de Estados Unidos y la URSS. No debemos confundir las ideologías, con los sesgos que tenemos de ellas. El socialismo no es igual a trabajadores explotados. Lideres de trabajadores se aprovechan de la lucha por ellos para obtener privilegios. Ni el capitalismo es igual a empresarios explotadores. Los mercantilistas sí son empresarios que buscan privilegios con el estado. Los militares tampoco son una representación de la derecha, o los guerrilleros de la izquierda, porque ellos solo fueron cuerpos de civiles en guerra.
Este inicio de gobierno, en vez de atacarnos los unos a los otros por una guerra, en la que las grandes potencias nos utilizaron como piezas de ajedrez; busquemos unirnos hacia un mismo fin: el bienestar de nuestra nación; independientemente de las ideas con las que simpaticemos, o la religión que profesemos. Olvidar todo lo sucedido no es justo, pero sí necesario. No permitamos la polarización de nuestro país, porque al fin y al cabo: si vemos las manos con las que actuamos.. todos tenemos una izquierda y a la vez una derecha.
Diego Monterroso.