Soy mujer, soy joven y la revolución sexual es lo peor que me pudo haber pasado. Estoy cansada de que los medios promuevan una sexualidad desordenada en donde las mujeres solo salimos perdiendo. Nos entregamos a alguien a quien no le importamos; teniendo que “cuidarnos” con píldoras, inyecciones y operaciones que ponen en riesgo nuestra vida porque la maternidad es aparentemente lo peor que le puede suceder a cualquier mujer respetable que tenga metas académicas y profesionales. Como si fuera poco, si esto llegara a fallar, nos vemos presionadas a asesinar a nuestros propios hijos ya que nadie quiere contratar a una madre o a una potencial madre (no hay problema cuando el sujeto es padre). Somos presionadas a imitar a los hombres en su peor comportamiento, dejando a un lado nuestra esencia femenina, que lejos de ser un impedimento debería de ser aquello que nos hace sobresalir y dar nuestra mejor lucha todos los días.

No quiero que mis hijas vivan en un mundo donde se les quiere hacer creer que la maternidad, una facultad femenina, las hace indefensas y débiles, así que propongo una revolución. Una revolución por la vida y nuestra dignidad. Propongo que en lugar de imitar a los hombres en su peor comportamiento, demos el ejemplo y saquemos a esa mujer guerrera y humana que llevamos dentro. Que presionemos a las empresas a dejarnos ser madres y trabajadoras; y que permitan que nuestros esposos sean padres presentes. Cuidemos nuestro cuerpo y nuestra dignidad viviendo una sexualidad ordenada, guardándonos para un hombre que nos apoye y respete. Debemos ser nosotras quienes amamos tanto ser mujeres que cuidamos la potestad femenina de la maternidad y la agradecemos cuando llega a nuestras vidas (¡aunque sea de sorpresa!), porque aquello que es parte de mi feminidad jamás puede ser malo.

Invitada: Marieandre Gonzalez Pennigton

Imagen obtenida de: Marcha por la Vida y la Familia (Grupo).