“Quedose Jacob solo y hasta rayar la aurora
estuvo luchando con un hombre… Salía el sol
cuando pasó de Panuel…” (Gén. 32, 24 y 31).
“La del alba sería cuando don Quijote salió
de la venta…” . (El ingenioso hidalgo…, I, IV).
1
Entre rastrojo y barbecho
suave mi alondra canta.
Desde el otoño presiente
la primavera mi alma.
Nada me invita en la noche.
Solo mi destino el alba.
2
Deja el verso temblar.
Solo que tiemble.
Una hoja de chopo basta y sobra
para saber si el mundo tiene pulso.
3
Llega solo cuando quiere
y cuando quiere se va.
Toca o no toca. ¿Poesía
o libélula ideal?
Vaga y divaga en silencio,
ungida de libertad.
4
Ya no me asegures nada más, poesía.
Nada me jures que te comprometa.
Sigue llegando, tierna y veleidosa,
indecisa e incierta, como siempre.
5
¡Ay, tarde!, no me entretengas,
que mi destino es el alba.
¡Ay, noche!, no me azarees,
que mi destino es el alba.
¡Ay, luna!, no me arrumaques,
que mi destino es el alba.
¡Ay, viento!, no me susurres,
que mi destino es el alba.
¡Ay, rosa!, no te me entregues,
que mi destino es el alba.
¡Ay, sueño!, no me adormezcas,
que mi destino es el alba.
¡Ay, alba!, no te me ocultes,
que mi destino es el alba.
6
Entre el estar y el tener
mi ser pasa como un río
que no se cansa de ser.
Amable Sánchez Torres