Mi abuelo, mi héroe

Solo el tiempo sabrá darle remedio a lo que la razón no ha podido comprender.

El Planeta dio una vuelta más; pero esta vez fue diferente, porque mi abuelo ya no la vivió. Hace un año recibí la noticia más dolorosa que me han dado. Hoy, creo que es un buen momento para compartir unas breves reflexiones sobre mi abuelo, Norman Rosas.

Mi abuelo fue un gran ejemplo por su constante esfuerzo para alcanzar sus metas. Me enseñó que las excusas no valen y que siempre hay que trabajar mucho para lograr lo que se quiere.

Su liderazgo característico lo llevó  influir en la vida de mucha gente. Lo importante está en que fueron personas de diversos orígenes y posiciones sociales. La lección que me dio fue que a los que nos rodean se les debe valorar por lo que son, no por lo que tienen.

La última etapa de su vida la vivió en su querido pueblo, Quezaltepeque, Chiquimula. En una región de Guatemala donde se acostumbra resolver los problemas por medio de la fuerza, mi abuelo destacó por promover siempre el diálogo por sobre de la violencia. Todos los que lo conocimos debemos de seguir su ejemplo, puesto que en un país donde hace mucha falta espacios para dialogar en lugar de pelear, se necesita de personas dispuestas a sentarse a resolver sus diferencias.

Mi abuelo también me enseñó un valor muy importante: la solidaridad. Él era alguien que, literalmente, podía quitarse el pan de la boca para que alguien más comiera. Siempre estuvo dispuesto a ayudar a los demás, sin pedir nada a cambio.

Fue un hombre dedicado a hacer lo que más le apasionaba; y que le gustaba disfrutar la vida. Su mayor influencia sobre mí está en una de sus actitudes en su manera de vivir. La actitud a la que me refiero es de cómo valoraba más las experiencias y las relaciones humanas por encima de cualquier bien material. Cada vez estoy más convencido de que viajar y compartir con nuestros seres queridos es infinitamente más valioso que una gran casa o un vehículo lujoso.

Hoy se cumple un año de su partida de este mundo; pero me hace sentir muy lleno el hecho de que las distancias físicas ya no me separan más de él, ahora lo llevo siempre conmigo.

Luis Fernando Salazar Rosas

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