Te quiero brother

Luis Ramírez

Ya me puedo imaginar como es esa experiencia, nervios de punta, sudor frío en la espalda, piel achinada, palidez y mucha emoción. Ese mensaje tan simple y corto que puede ser de los más pesados e importantes, si es que no es el más pesado e importante, que jamás escuchará un hombre en su vida. Por mucho que lo hayan planeado o por muy espontáneo que haya sido el efecto es el mismo… ¡serás padre!. Después de la noticia, siguen noches sin dormir, no solo por las externalidades del embarazo, sino por las ideas que constantemente invaden y ocupan la mente por completo que van desde el parentesco hasta estrategias deliberadamente elaboradas para cubrir todas las necesidades que pudieran llegar a existir.

El día que su esposa grita que rompió fuente y tienen que correr al hospital, todo le da vueltas, más aún cuando llega la hora de cortar el cordón; si es que sigue en la sala; al final, no sé si pesará más el dolor del embarazo de la madre o el estrés infinitamente agobiante que vive el padre. Después de eso, llega la paz relativa, verlo sin pestañar, observar similitudes y concluir con un “es mi hijo/a” o “ya soy padre”. Sin duda, una de las más increíbles experiencias.

Posiblemente se preparó mucho o leyendo libros o pidiendo consejos o simplemente creando escenarios hipotéticos de cómo tiene que cuidar a su hijo, sin embargo, toda la educación se da conforme el tiempo y la situación. Sin darse cuenta y gracias al cariño y dedicación con que cría, su hijo comienza a admirarlo; ya sea como un príncipe en caso de ser mujer o su compañero de batallas y partidos de fútbol en caso de ser hombre. Se debe reconocer que ésta situación no es la única forma de llegar a ser padre, pues existen madres, tíos, abuelos, padrinos, etc., que fungen el papel excepcionalmente. El vínculo biológico termina siendo irrelevante en comparación con el amoroso.

Desde que obtuve conciencia sobre mí y mi entorno, siempre he tenido la imagen de mi papá en la cabeza. Es mi primer, verdadero y vitalicio mejor amigo. Siempre busque y buscó compartir momentos con él. Entre más me parezca a él es mejor. Su apoyo siempre es incondicional. Me enseñó a amar y respetar a mi familia, que el ser humano pesa más que cualquier otra cosa y que la felicidad debe ser mi objetivo principal en la vida. Mi padre no es fanático del fútbol, pero aún así me acompaña en los partidos que para mi son sumamente importantes. Siempre nos centramos más en el compartir y fortalecer nuestra amistad, en ser brothers, que en cualquier otra cosa. Hoy celebro llamarlo “padre” porque como dice el dicho “padre es el que cría, no el que engendra”.

 

 

 

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