¿A un buen cristiano le debe preocupar la pobreza o la desigualdad? Este cuestionamiento surge en la conciencia de muchos creyentes porque de acuerdo con la experiencia se tiene dos opciones, puedes acabar con la pobreza generando desigualdad o terminar con la desigualdad condenando a todos a la pobreza.
Durante las últimas décadas una corriente de pensamiento dentro de la Iglesia Católica que promovía el encuentro irreconciliable entre el marxismo y el cristianismo por medio de una retorcida interpretación marxista de la Biblia estuvo en auge. La llamada Teología de la Liberación que se propagó por América Latina promoviendo la pobreza material que alzaba una bandera con un mensaje de envidia que planeaba acabar con la desigualdad por medio de la violencia en la lucha armada. Mucha sangre de jóvenes confusos que decían seguir al Cristo Revolucionario fue derramada por estas ideas equivocadas. La historia muestra como este es un camino equivocado si de ayudar al prójimo se trata.
Actualmente, miles de cristianos en el mundo trabajan en iniciativas de caridad cuyo fin en efecto no es luchar contra la desigualdad sino que es combatir la pobreza, lamentablemente sus buenas intenciones a veces tienen consecuencias no intencionadas como la ayuda internacional que genera dependencia y aniquila el emprendimiento local perpetuando el círculo vicioso de la pobreza, mismos efectos que generan los programas gubernamentales de ayuda social que además de estas consecuencias nocivas se convierten en focos de corrupción y terreno fértil para el caudillismo populista que abunda en estas tierras tropicales.
La lucha contra la pobreza y el deseo por la mejora de las condiciones de vida del prójimo son inherentes a las creencias cristianas. Valores como el trabajo honrado, el respeto por la propiedad y la vida de los demás, y sobre todo el hecho de que fue Dios quien nos dotó de libertad son principios judeocristianos que han estado presentes en la civilización occidental por mucho tiempo.
Los cristianos en nuestro afán por ayudar a los demás debemos tener presentes los posibles resultados a largo plazo de para que nuestra la forma en la qué ayudamos caridad no hiera, sino que permita que la genta florezca de forma independiente por medio de su propio esfuerzo. Enseñas a pescar, no dar pescado, y permitir que las personas puedan pescar en el lago (mercado global).
Una forma simple de poner el grano de arena es ser ciudadanos de tiempo completo que busquen la construcción del Estado de Derecho -marco de reglas claras para el desarrollo de la actividad comercial en un clima de plena libertad económica- que es la base sobre la que se construye la prosperidad. En un clima así florece la solidaridad genuina que no implica expoliación, sino autentica autonomía de la voluntad. También permite el emprendimiento, el ahorro y el trabajo honrado que son los potenciadores del florecimiento humano y que posibilitan la salida del círculo vicioso de la pobreza. Un buen cristiano siempre preferirá más desigualdad, pero menos pobreza, de lo contrario seguiría la lógica de la envidia.
A partir de esta semana está disponible en Netflix el documental Poverty Inc. que contiene material de la serie de vídeos Poverty Cure, una producción de excelente calidad que explica como la ayuda internacional perpetúa el círculo vicioso de la pobreza hasta del punto de convertirla en un negocio y nos orienta para que nuestra caridad no hiera. Recomendadísimo.
Danilo Carías