Un trueno resuena sobre mí; abrazador, pero tenebroso. Genera un eco en mis recuerdos. Tanto tiempo transcurrido, tantos sucesos y tanto silencio.
Seguramente todos lo escucharon. Seguramente lo sintieron y reaccionaron conmovidos.
Luego de unos minutos, ¿Otro trueno? anunciando de primicia, que la tormenta está por venir. Ellos lo saben y ansiosos la esperan. Quieren verla, quieren que todo se moje. ¿y yo? Pues, tipo tranquilo, no es ni la primera, ni la última.
¿Quiénes son ellos? ¿Quién soy? En realidad no lo sé. Lo único que sé, es lo que hacen y lo que hago yo, desde siempre y hasta nunca.
Hoy, escuchan los truenos y afirman “estos han sido más fuerte que los anteriores”. Los ansían, por la necesidad de ver algo fuera de lo habitual, algo sorprendente que les saque de la monotonía en la que viven.
Craso error, verlos entretenerse por unos truenos habituales, creyentes que esta vez serán diferentes. Verlos impactados por algo que pasará y se repetirá. Quisiera poder decirles, quisiera poder hacerlos reaccionar, pero yo solo soy expectante de ésta, de la misma que ellos son actores. Quisiera hacerlos notar, que esta tormenta, vendrá y se irá.
¿Y qué con eso? Que mientras ellos miran hacia arriba, dejan de ver lo que otros hacen aquí abajo; que mientras escuchan lo sonoro, no escuchan los susurros de por acá; mientras dejan de actuar, unos pocos aprovechan para hacerlo y ahora les llevan ventaja.
La tormenta se dejó venir. Ellos vieron unos cuantos arboles caer, unas casas destruidas y unas cuantas vías inundadas. Se entretuvieron, olvidaron por un momento sus problemas, para admirar otros más grandes.
¿Y ahora?
Nada. A esperar otros sucesos inesperados, que les hagan escapar de su realidad. Mientras tanto, nada, a continuar como siempre y hasta nunca.
Diego Monterroso
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