“Hay una grieta en todo, así es como entra la luz.” – Leonardo Cohen.
El Kintsugi o Kintsukuroi es un término japonés que hace referencia al arte de reparar fisuras en objetos de cerámica que se han visto lastimados y deteriorados con el tiempo. La técnica consiste en rellenar las grietas con un barníz que ha sido mezclado con polvo de oro, plata o platino. Dichas roturas y defectos son entendidos en esta práctica como algo que embellece al objeto y al que corresponde resaltar. La idea detrás del Kintsugi sostiene que las fracturas de un objeto forman parte de su historia y de su ser por lo que no deberían ocultarse, sino más bien celebrarse. Las roturas vienen a ser evidencia de la fragilidad e imperfección de las cosas, pero a su vez son prueba de la resilencia, la capacidad y potencial de recuperarse y hacerse más fuerte.
Así como el Kintsugi, el Wabi Sabi es una corriente estética japonesa que resalta la hermosura de las cosas imperfectas, cambiantes e incompletas. Se habla pues de elementos y materiales vulnerables al paso del tiempo. La decoloración, las manchas y las grietas son señales de su uso y contacto directo y representan el auténtico valor del objeto. Combina elementos del minimalismo con la calidez de piezas provenientes de la naturaleza, caracterizandose por su sencillez, asimetría, aspereza y modestia. La belleza radica en la autenticidad y naturalidad del ser, es decir en no pretender mostrarse cómo algo que en realidad no se es. Por esto mismo el Wabi Sabi entiende lo bello como algo frágil y austero, reconocible únicamente ante los ojos de algunos pocos observadores. Sin embargo, más que ser un estilo artístico y decorativo, el Wabi Sabi refleja toda una cosmovisión y una filosofía de vida. La inspiración de sus principios metafísicos y espirituales proviene de las ideas de simplicidad, naturalidad y aceptación de la realidad del Budismo zen chino y Taoísmo. De esta manera el pensamiento reconoce lo efímero, fugaz y espontáneo de la existencia, aceptando a la vez nuestra naturaleza de seres imperfectos y mortales. El Wabi Sabi puede ser entonces entendido como una manera de reconciliarse y abrazar la realidad, una nueva perspectiva para comprender, amar, aceptar y vivir la vida.
En la actualidad, muchos de los valores y principios reflejados en gran parte de las sociedades parecieran gravitar sobre un consumismo desmesurado y el culto a un ideal de perfección inasequible. Estereotipos de belleza, éxito y fama, así como nuevos productos e inventos son presentados día a día a través de los medios y la publicidad como fórmulas clave para encontrar la felicidad y ser aceptados por los demás. Nuestra imperfecta realidad comienza a parecernos inaceptable. Las inseguridades y miedos comienzan a surgir y comenzamos a sacrificar nuestra verdadera esencia por seductores e irreales espejismos. Nos sentimos insuficientes, empeñándonos por llenar una lista inalcanzable de tareas y de logros que no dejan espacio para apreciar los bellos y finitos momentos de la cotidianidad. Persiguiendo un catálogo de “deberíamos” olvidamos lo que realmente somos. El Wabi Sabi busca regresar a los orígenes del ser, recordar que tales ilusiones carecen de un valor verdadero y que es en la simple, imperfecta y pasajera realidad donde se encuentra la auténtica belleza. El Wabi Sabi libera, permite a la persona fluir y adaptarse a los cambios que surjan con el tiempo. El aprobar la realidad que nos envuelve y abrazar nuestros defectos e imperfecciones, reconciliándonos con la incertidumbre, el miedo y el fracaso. El Wabi Sabi es eso; aceptación, amor y belleza en lo imperfecto.
Anika Lorenzana