Luis Ramírez.
Grandes aerolíneas mexicanas y estadounidenses han establecido alianzas para aumentar exponencialmente la cantidad de vuelos entre ambos países; consecuentemente, los precios bajan y lo único que se puede concluir es que un juego gana-gana. Por otro lado, Europa es otro ejemplo gana – gana porque existe una amplia cantidad de competencia entre las aerolíneas, generando precios bajos y un buen servicio para todos sus usuarios. En ambos casos, también existen otras maneras de transportarse muy asequibles, por lo que el traslado y comunicación son bastante confortantes.
América Central es totalmente lo opuesto a estos dos grandes ejemplos. El traslado entre los países centroamericanos es sumamente complicado y caro. Las aerolíneas y las empresas de buses en la región han establecido precios altísimos. Los procesos migratorios son eternos y los tramites que estos implican son sumamente torpes y retrógrados. Y cómo si fuese poco, la infraestructura (carreteras, puestos de migración y aeropuertos) está en muy malas condiciones con alguna que otra contada excepción.
En la comunicación está la fuerza. ¿No se dan cuenta los gobernantes? No solo es necesario que ellos se reúnan constantemente, sino que los ciudadanos del bloque también lo hagan para poder aumentar las relaciones económicas y culturales. ¿Por qué seguimos con este aislacionismo anacrónico? Es increíble que viajar en Europa sea más barato que viajar en Centroamérica, pues tomando en consideración las distancias, los precios de ir de un país a otro en nuestra región deberían de ser muy bajos. Si uno desea viajar en automóvil de Guatemala a Nicaragua (870km), por ejemplo, toma aproximadamente 15 horas o más hacerlo y de Ámsterdam a Praga (877.5km) toma aproximadamente 9 horas como máximo. Evidentemente es casi la misma distancia y misma cantidad de fronteras, ¿por qué en un lugar toma un 40% menos que en otro?
Es necesario comenzar a dejar este pensamiento anacrónico a un lado y a converger en acciones que mejoren el traslado de país en país, por lo mismo propongo tres acciones: 1) agilizar, o quitar si es posible, la presa que suele ser la frontera; 2) mejorar la infraestructura; 3) promover la competencia y alianzas de aerolíneas y otros medios de transporte para ver una bajada en los precios. Si de verdad queremos hacer frente a las grandes potencias en el mercado mundial no solo basta con un tratado de libre comercio, también se necesita una población unida donde los negocios no sean de país sino de la región. Además, el intercambio cultural y económico que la comunicación nos brindaría, seguro nos beneficiarían a gran escala para el desarrollo mutuo de los países. No cambiar esto, sería atentar contra la modernidad y tener miopía institucional para no poder ver lo ilógico que es aislarnos en América Central.