Edgar Gutiérrez
En los años 60’s del siglo XX emergió el movimiento que se empezó a llamar ecologista, fruto de una ideología que defendía la protección al medio ambiente. También llamado movimiento verde o ambientalista, el ecologismo ha logrado empujar en la agenda política hasta el punto de madurar como partido político a lo largo del mundo. A través de esta filosofía política se impulsan muchas hipótesis del deterioro del medio ambiente, con sus consecuentes políticas públicas que lo frenan y proporcionan un desarrollo sostenible para las generaciones venideras.
En esta ocasión quiero dedicarme a criticar la idea de que los recursos naturales están acabándose desde un punto de vista distinto al ecologista. Miguel Anxo Bastos entiende el recurso diferente en este sentido, no como un bien físico, sino como un bien económico. El recurso no necesariamente tiene que ser absoluto. Por ejemplo, el petróleo no tiene que ser la única fuente de energía y de combustión. Al fin y al cabo, lo que se pretende con ese recurso no es usar el petróleo en sí, sino poder moverse de un lugar a otro–en el caso de su uso como gasolina. El recurso no es el material, sino lo que se hace con él. Si se creara un motor diez veces más eficiente, por ejemplo, entonces es como si hubiera diez veces más petróleo. Reconozco que no es infinito el petróleo, su naturaleza física lo hace finito, pero el punto no es ese. El punto es que, como con cualquier bien económico, el hombre puede generar sustitutos.
El recurso también depende del contexto en el que se está usando. Hace mil años, las poblaciones precolombinas en lo que hoy es Venezuela vivían encima de yacimientos de petróleo. ¿Por qué entonces nunca se hicieron ricos? Porque para ellos no era un recurso, no tenían la tecnología para explotarlo. Es más, cuando picaban la tierra y salía petróleo, lo consideraban una maldición porque no se podía cultivar en él. En su momento también, durante la Revolución Industrial, la fuente de combustión fue el carbón. En algún momento llegaron a pensar que este se acabaría, y que era injusto para las generaciones venideras que nos dejaran sin carbón. Así que lo que hicieron fue guardarlo y racionar el recurso, tratarlo como si fuera finito. Físicamente es probable sea finito, pero de nuevo, el recurso no es el recurso en sí mismo, sino lo que se hace con él. ¿Qué pasó? No se acabó el carbón, porque se descubrió una manera más eficiente de producir energía.
Si confiamos en el ingenio humano se desvalida hasta cierto punto la tesis de que nos quedaremos sin recursos. El avance de la tecnología nos hace descubrir más recursos–o maneras más eficientes de usarlos–y usarlos como dispongamos. El recurso no es el material, sino todo lo que lo rodea.
Bajo esta premisa, los recursos naturales no se van a acabar, probablemente ciertos materiales se vayan haciendo obsoletos, o su relativa escasez los haga poco rentables de explotar, pero dado el momento justo muy probablemente todo recurso tenga una alternativa. La clave es ser ingenioso, hacer un recurso de algo que no lo parezca. Reconozco, sin embargo, la importancia de cuidar el medio ambiente. Hay mil maneras de hacerlo, y la que creo más eficiente–y realista tomando en cuenta la naturaleza poco responsable del hombre cuando se trata de un bien público, aunque ese es otro tema–es seguir innovando y descubriendo maneras de cuidarlo.