La globalización siempre fue y será objeto de un constante debate en definir si es más beneficiosa que perjudicial o viceversa. El Brexit y la victoria de Donald Trump demuestran el comienzo de un retraimiento de este fenómeno que venía a toda máquina. ¿Estaremos llegando al límite de la interconexión mundial? ¿Podrá avanzar más la globalización? ¿Qué pasará después de concretado el Brexit y el período presidencial de Trump?, ¿Se sumarán más países al rechazo de la globalización?

Este fenómeno se ha caracterizado por dar grandes avances y luego tener retrocesos. Antes de la Primera Guerra Mundial ya existía la globalización, pero tuvo un gran retroceso al comenzar el conflicto bélico. Luego, después de la Segunda Guerra Mundial, el empuje de la globalización fue cada vez mayor hasta llegar a lo que hoy tenemos. La comunicación aumentó, existe mayor libertad comercial y para transitar.
En el ámbito político, la globalización ha sumado al mundo, pues su interconectividad es beneficiosa y «la camisa de fuerza dorada” de Friedman explica acertadamente por qué. El mayor acceso a la comunicación, ocasionó una competencia institucional que, hasta cierto punto, modificó las estructuras gubernamentales de los países hacía una búsqueda por atraer más inversión y comercio, logrando mejores sistemas políticos y presentándose más atractivos.
Esta competencia institucional caza perfectamente con las olas democráticas de Huntington. La primera a finales del siglo XIX y principios del XX, la segunda en el siglo XX, después de la Segunda Mundial y la tercera a finales del siglo XX. ¿No convergen estas tres olas con los empujes más marcados que la globalización ha tenido? Sí, la democracia se instauró en los diferentes países conforme empujó la globalización. Claro está que no es la única razón de porqué se estrenaron muchas democracias, pero tomar en cuenta éste empuje como factor hace coherencia con lo que Friedman explica, porque la democracia se presentó hacia el mundo como un sistema limpio, altamente eficiente y, en su mayoría, con derechos de propiedad establecidos y certeza jurídica, volviéndose un sistema muy atractivo para la inversión.
En el ámbito económico, es necesario reconocer que la mayor libertad para comerciar, al principio, fue beneficiosa únicamente para las grandes potencias ganadoras de la SGM. Bajo la perspectiva realista, esto es comprensible. No obstante, el daño que estaban sufriendo aquellos países sin capacidad de defenderse de los altos niveles proteccionistas y el bombardeo de los productos industriales de las grandes potencias, ocasionó re plantearse la estructura internacional. Con ello nace la OMC, que vino a buscar hacer más equitativo y transparente el comercio entre naciones y crear reglas claras con principios e instrumentos en pro de una mayor igualdad, como lo son el Trato Especial Diferenciado y los dos principios de no discriminación (nación más favorecida y trato nacional).

Muchos argumentarían que, a pesar de la existencia de la OMC, aún existe una explotación por parte de los países ricos sobre países no tan ricos por la gran brecha de riquezas entre países, pero ¿en realidad es malo tener países exponencialmente más ricos que la mayoría?
Hayek en su libro de Los Fundamentos de la Libertad, desde un punto de vista filosófico/teórico, explica cómo los lujos de hoy son las necesidades del mañana; es decir, los países ricos se encargan, gracias a sus evidentes cuasi ventajas absolutas, de innovar e incurrir en los costos de las ideas, objetos, etc., que beneficiarán al mundo en general, porque la globalización permite esa interconectividad e intercambio libre. Los países pobres tienen acceso a bienes y servicios que los beneficiarán y no tendrán que incurrir en los altos costos que los países ricos sí tuvieron que gastar.
Norberg, en base a estadística, también aporta a responder y estipula que “los países pobres de hoy no solo pueden adquirir un mejor nivel de vida a un precio más bajo del que debíamos pagar nosotros [, los países ricos], sino que también se enriquecen con mayor rapidez de lo que nosotros lo hacíamos” (Norberg, 2008, pág. 96).
Por último, el aspecto cultural de la globalización es el más complejo y el causante de muchos de los problemas o retrocesos actuales que puede estar cursando la globalización. Kaplan en su libro “The Revenge of Geography” argumenta que las unificaciones como la Unión Europea, por ejemplo, han causado que exista una crisis de espacio. Las grandes ciudades, como París por ejemplo, están siendo sobrepobladas, pero no solo de lugareños, sino de gente de muchos lados gracias a los efectos de la globalización. Esto conecta muy bien con el “Choque de Civilizaciones” que Huntington anticipó hace unas décadas. Las personas están sintiéndose agobiadas, necesitan su propio territorio.
El Brexit y la victoria de Trump, son el inicio de una nueva tendencia nacionalista y xenófoba en el mundo. No obstante, la globalización siempre tiene retrocesos y sus avances siempre van más allá y, al igual que toda actividad humana, implica pruebas y errores. Debemos ser optimistas y tomar en cuenta las diferentes facetas de la globalización, no solo centrarnos en la cultural que es la más frágil actualmente.
