Tan imperfecta

Laura López

Tan ella. Tan suya y tan poco nuestra. Su cabello está sin peinar y las ojeras cubren su rostro. Su cara no tiene maquillaje, y, sin embargo, se ve tan bonita. Tan imperfecta. Tan perfecta. Intenta ocultar las pequeñas arrugas que cubren su rostro. Unifica la piel. Oculta los vergonzosos granos. Se alarga las pestañas. Ella es tan así: tan mujer y tan imperfecta. Se alisa el pelo. Después se lo riza. Se vuelve a peinar. Porque lo necesita. Porque no puede no ser perfecta. Porque no le permiten ser imperfecta. Se toca. Tiene poco pecho. No. Eso no vale. Es imperfecta. En sus carnes se plasma la celulitis. No. Eso tampoco. Tienes que ser perfecta. Su cuerpo es tan suyo y a la vez no es de nadie. No quiere dueños pero los prototipos la acomplejan. La atormentan. Porque ella no es tan perfecta. Ella es imperfecta. Se viste. Tiene que gustar. Tiene que ser perfecta. Tiene que quererse, pero, no puede permitirse las imperfecciones. Puede ser ella. Puede ser perfecta siempre y cuando no tenga arrugas, pelos sin depilar o grasa. Porque ella es así: tan suya, tan así, tan imperfecta.

Es tan suya que todos quieren ser sus dueños. Tan imperfecta que todos quieren perfeccionarla, tan ella que todos quieren hacerla suya. Tan mujer, tan imperfecta, y sin embargo, tan perfecta.

A todas: para que sigáis siendo tan vuestras, tan mujeres y tan perfectas.

 

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