No fue el Estado, fueron las instituciones

Diego Monterroso

 Mi pesar no es sólo porque ellas murieron; mi pesar es porque seguirán muriendo… miles de guatemaltecos: por asaltos, por extorsiones, por desnutrición; guatemaltecos que cada día también son uno menos.

En un intento por encontrar la razón fundamental del lamentable suceso de la semana pasada en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, me encontré con una dificultad: no fue una persona, ni dos, ni tres los causantes del incidente, las causas fueron los incentivos que producen nuestras instituciones. Las autoridades involucradas, los policías, las niñas, los padres, tuvieron altos grados de responsabilidad en la tragedia, pero NO fueron ellos la razón fundamental.

¿Por qué me atrevo a afirmarlo? Después de juzgar a los responsables y asignarles una pena legal por haber cometido un delito y que purguen prisión, este tipo de problemas sociales seguirán ocurriendo, no de la misma manera, pero sí con las mismas consecuencias; es decir, con muertes de guatemaltecos. Con ello no quiero dar a entender que considero inútil asignarles responsabilidades legales, por supuesto que deben ser responsables de sus actos de acuerdo a lo establecido por la ley, para que este sea un precedente de justicia. Lo que quiero demostrar es que la razón de este tipo de problemas sociales es mucho más compleja.

La razón fundamental son las instituciones[1], entendidas como todas aquellas restricciones informales (las sanciones, los tabúes, las costumbres, las tradiciones, y los códigos de conducta) y todas esas reglas formales (las constituciones, leyes, derechos de propiedad)[2], que regulan la manera en que interactuamos.  Juntas definen la estructura de incentivos ante los que reaccionamos todos los individuos de una sociedad.

Las personas involucradas en el lamentable suceso no fueron más que el reflejo de nuestra forma de reaccionar ante los incentivos que producen nuestras instituciones. La presunta negligencia por parte del Policía Nacional Civil a cargo, la violencia y rebelión de las niñas que pudieron iniciar el fuego, los abusos sexuales y físicos por parte de los administradores del centro y la falla de los padres de las niñas al no educarles, son ejemplos de esas reacciones; y podría citar cientos de acciones que repercutieron en el incidente y estar especulando con lo que digo ya que desconozco la historia y el perfil de cada uno. Lo que sí puedo asegurar es que todas fueron reacciones a los estímulos que las instituciones les ocasionaron.

Si como sociedad guatemalteca aceptamos y replicamos instituciones que nos motivan a actuar en la ilegalidad, a ser irresponsables y a buscar ganancias sin que sean respaldadas en nuestro trabajo, es porque a lo largo de nuestra historia (como guatemaltecos) nos hemos dado cuenta que actuar de manera legal sólo hará que otros se aprovechen de nosotros y de nuestras buenas intenciones. Sin embargo, esto no nos ha permitido experimentar lo beneficioso que es tener instituciones que inducen al respeto de la propiedad privada, de la libertad con responsabilidad y al cumplimiento de nuestras obligaciones. Nuestras instituciones no han alcanzado la madurez evolutiva como para notar que la cooperación entre individuos es más eficiente que el egoísmo, para conseguir nuestros propios intereses.

 La razón fundamental del incidente no fue el Estado, y no solventaremos el problema a raíz si no atendemos a las instituciones sociales con base a las cuales actuamos.

 

[1] Las limitaciones ideadas por los humanos, que regulan nuestra interacción. (definición de Douglas North de “instituciones”)

[2] http://ebour.com.ar/pdfs/Instituciones,%20de%20Douglass%20North.pdf

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