¡Qué gran día para destapar un gin!

De seguro la Reina Madre estaría orgullosa del título del presente artículo, y tendría toda la razón para estarlo, pues tremendos tiempos hacen en Guatemala, y la verdad una botella de Tanqueray No. 10 no viene nada mal para celebrarlo. Puedo ser un aficionado empedernido del buen whisky, pero el gin, con su aroma frutal y ácido sabor, no se queda atrás.

Las lluvias van y vienen, el sol resplandece hasta la tarde y la fría brisa anuncia la llegada de junio. La ciudad se ve más verde, la gente más calmada y el tiempo ha bajado la velocidad; en los parques, en las calles, los pájaros vuelan y cantan, los trotadores silban con ellos, incluso los policías ponen menos multas. Son buenos tiempos, y para aquellos que disfrutamos ponernos a leer en medio de todo esto, viene perfecto para el estómago un gin and tonic.

He decidio volver a leer Las minas del rey Salomón, de Rider Haggard, no solo porque es un libro fantástico, sino porque soy fanático de Allan Quatermain. ¡Qué obra de arte que es este librito! Entretenido, nostálgico, aventurero, redactado nítidamente. Un clásico de verdad. Si alguna vez cruzó por las manos del lector una copia de The League of Extraordinary Gentlemen, de Alan Moore, y está más familiarizado con la susodicha, le encantará revisar la fuente de inspiración del autor.

Hoy será un gran día porque tengo mi libro y mi gin en mano y vaso. Como siempre, los invito a probarlo. Vivamos bien, un día a la vez.

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