Algunos estudiosos afirman que vivimos en la era de los Derechos Humanos. Como bien apunta el jurista David Kennedy, se han convertido más que un régimen institucional, en parte de la retórica de grandes políticos utilizándolos como un medio o herramienta para dar fuerza y valor a sus discursos típicamente populistas.
Los Derechos Humanos son usados como parapeto por distintos grupos políticos, desde mediados de los sesenta, ocasionando que el sentido original de estos, entendiéndolos como derechos subjetivos contenidos y reconocidos en nuestras Constituciones como garantías individuales y libertades civiles, se vaya erosionando poco a poco por el mismo negocio de los mismos. Los derechos humanos se han convertido fáciles de interpretar, identificar y usar como simples estrategias para generar una simpatía con el pueblo en los procesos electorales, disfrazándolos de un lenguaje universal, olvidándose que éstos cuentan con sus límites materiales y formales.
Asimismo, se ha devenido una tendencia de idolatría incoherente por parte de los gobiernos que se arrogan el título de «defensores (hipócritas) de los Derechos Humanos”, cuando estos son los que más los vulneran. Lo cual resulta muy peligroso y preocupante, ya que se justifican sus actuaciones bajo el argumento típico que estos se encuentran actuando en defensa de los Derechos Humanos y los derechos del pueblo. En otras palabras, los gobiernos utilizan esta retórica para que sus maldades parezcan legítimas. Como tal es el ejemplo de Venezuela, Cuba, Ecuador y Nicaragua, los cuales justifican ante los organismos internacionales que ellos actúan en total apego de los mismos, cuando en realidad resulta ser todo lo contrario.
Esta grave politización de los derechos fundamentales de cada ser humano, queda la mayoría de veces a merced de negociaciones políticas. No obstante, otro problema principal que devine por la vaguedad de los textos de Derechos Humanos, es la introducción de privilegios que le son pertenecientes a ciertos grupos, que se hacen llamar Derechos inherentes de la persona humana, y que al final resultan coartando las libertades individuales de cada persona y causando agravios a la sociedad.
Los Derechos Humanos se han vuelto aquel modo argumentativo en la esfera política utilizándolos como herramienta eficaz para favorecer a un grupo “desfavorecido”, otorgándole privilegios. No cabe duda que estas nuevas concepciones de Derechos Humanos nos hacen ignorar ciertas normas de fondo y condiciones económicas que muchas veces generan más daño a las personas.