Se dice que los irlandeses tienen una tendencia al alcoholismo. También he escuchado que son muy amigables. Yo no había conocido a ninguno hasta hace unos días. Me llegó a preguntar si sabía dónde estaba Times Square. Estaba tan borracho que no se pudo parar cuenta que estaba parado enfrente del lugar más fácil de ver a la distancia.
Me empezó a preguntar porqué no le creía que era millonario. Yo solo me reía mientras observaba su camisa de la selección nacional de rugby de su país.
De pronto a los irlandeses les gusta tanto el alcohol porque producen bebidas muy buenas. Mi cerveza favorita es la Guinness, fabricada en Dublín (capital irlandesa). Es dulce, con un sabor a café fácil de identificar.
La primera vez que la probé fue en Toluca, México. Unos meses después me tomé una en un Irish Pub en San Salvador. Y la volví a encontrar hasta el año pasado en Atlanta. Lamentablemente nunca he podido encontrar una en Guatemala.
La semana pasada la probé una forma más creativa. Fuimos a un restaurante en Miami Circle, Atlanta. Un amigo, al ver que pedí una Guinness, nos contó que cuando jugaba rugby solía tomarse varios Irish Car Bombs luego de los partidos.
Un Irish Car Bomb está compuesto por: medio vaso de Guinness, un shot de Jameson (whisky irlandés) y otro de Baileys. Al tomarlo se sumerge el shot en el vaso y se bebe a fondo.
La señora que estaba a la par de nosotros nos preguntó de dónde éramos. De casualidad resultó siendo la que portó el rótulo que decía «Guatemala» en el desfile inaugural de los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996. Vaya coincidencia encontrárnosla.
Al final solo me tomé dos «bombas». Y así fue cómo me di cuenta de la gran influencia irlandesa en los Estados Unidos, y de porqué The Script (mi banda favorita) menciona constantemente a la Guinness, particularmente en la canción Before The Worst con la frase: «I was Guinness all night«. Va más allá de ser una cerveza, es parte de la identidad de una nación.