Viajar ligero es definitivamente lo que más le recomiendo al lector. Vamos, con un par de playeras y un jeans es suficiente. Vaya, cree memorias, haga realidad sus sueños.

Empaque ligero, de lo contrario, la carga lo estará molestando.
Llévese justo lo que necesita, deje botado el resto.

Cárguese de caricias y de momentos inigualables.
Tómese esa foto, que no le de pena. Pregunte en todas las librerías que vea por ese libro que está buscando, léalo, regálelo después. No va a arrepentirse. Baile en la calle con ese extraño, dele un beso a esa extraña, compre vino de caja. Hágase el peinado de moda y con el mismo vestido que se puso de día, salga de noche. No duerma, ya habrá tiempo para esas cosas de muerte después.
Llénese de lágrimas los ojos al ver a un niño rezar por comida, ayúdelo con un pan. Llénese de sentimiento, vaya al teatro y al museo, llore si esas cosas no funcionan en su país.

Chequee la maleta y tómese fotos en todo el aeropuerto. Dígale a su amiga, a su amigo, a un desconocido, que lo ama. Extrañe a su madre, pero no la llame, escríbale una carta. Abrace a su hermano o a su hermana a su recuerdo. Cierre los ojos, piense en todo lo que extraña. Luego ábralos y siga.

Viaje
Ligero.
Despacio, sin prisas.
No gaste en cosas, gaste en vida. Cómase al mundo. Bese culturas. Enriquézcase. Hay tantas formas de hacerlo.
Busque lo que quería encontrar. Luego ría si no lo encuentra.

La vida es solo una, la está viviendo. Sonría. Viaje ligero, porque el que carga con menos cosas, llega en mejor tiempo al lugar que está buscando.