Cada quien a su ritmo

Uno de los grandes retos que tienen los países del primer mundo es la automatización laboral. Muchos empleos están desapareciendo gracias a la tecnología. Los políticos han generado un equivocado discurso culpando completamente a la apertura comercial por la falta de empleos, ocasionando una desaceleración de la globalización, un aumento progresivo del proteccionismo y en algunos casos hasta xenofobia.

El reto del primer mundo ha marcado una agenda global, tal y como pasó con la protección al medio ambiente; que ahora las grandes instituciones deben seguir al pie de letra. Un ejemplo son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), donde prácticamente se agregó la responsabilidad ambiental al marco de acción anterior (Objetivos del Milenio). En el futuro, ya no solo serán ODS, sino que también tendrán una variable que intente contrarrestar el problema de la automatización.

A simple vista, tanto la responsabilidad ambiental como las políticas que contrarresten la automatización serán beneficiosas en general; claro que esta afirmación hay que corroborarla y justificarla con datos. No obstante, se debe tomar en cuenta que al cambiarle el rumbo al mundo y modificar su agenda general, también afectan a todos los países que todavía no están pasando por estos problemas y tienen otras prioridades.

Los subdesarrollados deben ir a su ritmo, el problema de automatización no va con ellos y mucho menos las políticas que buscan solucionar este problema. No hay que arreglar lo que no está roto. Se debe respetar su proceso natural de crecimiento. El querer imponerles medidas que solucionen problemas del primer mundo es como querer hacer correr a alguien que aún está aprendiendo a caminar. Esto no necesariamente implica que deban sufrir estos problemas, haciéndole un daño irreversible al ambiente o perdiendo empleos en el futuro con la automatización, pero sí se debe intentar en la medida de lo posible resolver sus propios problemas.

Un perfecto ejemplo de por qué se debe respetar el proceso natural de los países, centrándose únicamente en apoyar su desarrollo son ciertas medidas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Los instrumentos que se aplican y buscan aplicar a futuro están sumamente lejanos a la capacidad de los países que no son del primer mundo para aplicarlos. En el más reciente caso es el Acuerdo de Facilitación del Comercio, donde, a pesar del Trato Especial y Diferenciado de la organización para tener más paciencia y brindarles más apoyo aquellos que lo requieran, muchos países están teniendo severos problemas con su aplicación. Esto era de esperarse, ¿cómo aplicará un país la agilidad necesaria en las aduanas si ni siquiera posee un sistema de carreteras, y comunicación interna en general, eficiente?

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¿Cómo se espera que en Guatemala se preocupen de la automatización o la responsabilidad ambiental si poseemos un área rural así?

El recordar que cada país debe ir a su ritmo no implica dejarlos a un lado y aislarlos del comercio o las tendencias mundiales, para nada, pero sí que no se les exija ir más allá de sus capacidades para no estropear más su crecimiento. Eso sí, el desarrollo de cada país no dependerá del apoyo en todo sentido (financiero, logístico, asesorías, etc.) que se les dé, sino la voluntad interna de salir adelante por sí solos.

 

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