Algunos pocos tienen la suerte de tener hermanos, otros pocos de tener una hermana y otros aún más suertudos, como yo, de tener una hermana menor.
No recuerdo el día en que nació o llegó a mi vida. No obstante, no tengo un recuerdo de mi niñez donde ella no estuviera involucrada. Debo hacer notar que existe una imagen en especifico de mi hermanita que siempre tengo en la cabeza y es cuando ella tenía unos 4 años de edad. Morenita, como la arena, un pelito un poco más obscuro que el castaño tradicional, una sonrisa de dientes de leche pura y un corte de pelo estilo honguito. Era un angelito. ¡Ah! me faltó mencionar su traje completo de fútbol, con todo y tacos, porque esa era mi hermanita, un angelito fiel a nuestros partidos con mi hermano y fiel a nuestras travesuras.
A pesar de que la molestábamos mucho, nunca dejó de consentirnos con sus pastelitos en su época de cocinera; nunca nos faltaron sus atenciones en su época de enfermera; nunca nos faltaron sus besitos y abrazos en sus momentos de ternura. De ella, nunca nos faltó nada, siempre nos dio todo lo que su tierno corazón de niña nos ofreció.
Ahora, debo aceptar la idea de que ya es una mujer. Hoy está cumpliendo 18 años de edad. Para todos es un día común y corriente, un día tranquilo por el puente que ganaron con el día de la Virgen de la Asunción, pero para mí, hoy es un día de alegría y tristeza, porque mi pequeña princesa, mi pequeña acompañante de travesuras se está haciendo una mujer ya. Una mujer que está esforzándose por cumplir sus sueños. Una mujer que ahora ya no me da pastelitos de mentiras sino verdaderos. Una mujer que ahora me da abrazos sinceros.Una mujer que me inspira a esforzarme más para ser el mejor ejemplo posible. Una mujer que entre todo y su revoltijo de emociones me hace estar orgulloso de lo que poco a poco se va convirtiendo.
Una mujer. ¿Qué más tengo que decir? Una mujer que ya dejó de ser niña. Me hubiese encantado congelar el tiempo en aquella pequeña que con tanto amor describí en las primeras letras de este escrito. Sin embargo, el tiempo a nadie perdona y hoy celebraré, aunque siempre guardaré con mucho, mucho, y reitero, con mucho cariño, aquella imagen del angelito que era mi hermanita.
¡Feliz cumpleaños mi negrita! Espero la pases muy bien. Te quiero mucho, Wicho.