Christa Samayoa
Todos al nacer traemos una misión al mundo, una razón por la cual Dios decidió que viniéramos. No hay misiones grandes ni pequeñas, sólo que cada quien está destinado hacer cosas diferentes para crear un mundo mejor -o eso supongo-. Mi misión se trazó desde un 23 de junio de 1994, exactamente 3 meses antes que yo naciera. Se preguntarán: ¿esto es posible? Mi respuesta es sí, es posible.
Cuánto amor y confianza debe de haber de por medio para que alguien transfiera su misión de vida en ti. Sin duda debe de ser un privilegio, pero sobre todo una gran responsabilidad. Desde ese momento dejas de hacer las cosas sólo por ti, ahora en el cielo tienes una estrella que está esperando que brilles por las dos. Sister el día que te fuiste sentí tanto miedo y no sabía por dónde comenzar todo era un enredo en mi cabeza. Ya no era eso de fallarme a mi sino a ti, algo que nunca me lo perdonaría. Todas las noches antes de dormir te hago mil preguntas incluso al amanecer, perdón por atormentarte tanto, pero chula ¿a quién dejaste a cargo de todo? En ocasiones te digo que tú sos la que debería de estar aquí, pero en fin ya no hay nada que se pueda hacer más que continuar.
Es increíble como una persona puede ser tu inspiración para alcanzar todas esas metas. Un día como hoy (16/08/2013) pactamos la última promesa terminar la carrera de Relaciones Internacionales, esa fue una de las tantas que ya teníamos, pero sin duda de las más importantes. Me recuerdo perfectamente que muchas veces me cuestionaba si eso era para mí, pero sabía que abandonar no era una opción. Al pasar los semestres me iba enamorando de nuestra carrera y esas dudas iban desapareciendo. Obstáculos no faltaron, me caí sí muchas veces, pero siempre pusiste a los ángeles correctos que me ayudaron a levantarme y seguir en el camino correcto.
Cada vez que le iba dando check a esa lista de cosas que teníamos por hacer mi alma iba sintiendo paz y felicidad. Cosas tan simples como “sister a los 21 a Las Vegas” hasta “un día estaremos en la ONU” check check y otras cosas que seguirán siendo un secreto para todos. Quien diría que en tus planes estaba que me atravesara el Atlántico, llegando a conocer más de ti como de mí.
Los últimos meses fueron tan rápidos, sólo sabía que en cuestión de junio y julio todo acabaría. No tuve tiempo de asimilar lo que estaba pasando. Alguien me preguntó que cómo me sentía y le dije que estaba experimentando un sentimiento nuevo en mí. Me respondió: eso se llama nervios, y le dije: es más que nervios es una mezcla de da fuck, nunca pensé llegar hasta acá con ansias, estrés y emoción. Cuando sentí ya nos estaban diciendo que éramos LICENCIADAS. Estoy tan segura que tú te encargaste de reunir esa noche a todas las personas que estuvieron durante este proceso. El día que nunca espere, pero siempre se lo pedía a Dios poderte decir SISTER MISIÓN CUMPLIDA.
Después de eso pensé que ya todo había acabado, sin darme cuenta que al contrario todo estaba comenzado. Tal vez si fue lo último que pudimos poner en nuestra lista de things to do pero fue porque el tiempo no nos alcanzó. Gracias sister por confiar en mí y poner a todas esas personas en momentos claves para que fueran luz en mi camino. Al saber que todavía hay mucho por recorrer sólo te informo que seguiré atormentándote con mil preguntas. Gracias por acercarme más a Dios y fortalecer mi fe. Sister tú me ensañaste que el amor va más allá de distancias o dimensiones.
SISTER TE AMO, nos vemos pronto porque aún hay cosas por hacer y cambiar. Cuando te vuelva a ver si podré decirte ¡MISIÓN CUMPLIDA!