Dulce Lemus
He crecido en una nación donde señalar al que fracasa es la norma, bajo una idea de no alegrarse por las victorias del compañero. Una sociedad donde un partido de fútbol te lleva a insultar al compañero, donde el error de un mandatario condiciona la lealtad del resto de ciudadanos. He recibido una lección de vida, bajo una situación muy difícil, pero el terremoto ocurrido en México el pasado 19 de septiembre me ha hecho crecer.
En cuestión de segundos edificios colapsaron, incendios se provocaron, gente quedó soterrada y muchos otros eventos trágicos que no merecen ser recordados. El mundo estaba de luto, un sin fin de desastres naturales imperaban en los medios de comunicación. Pero así como la tragedia, vino rápido también la solución…
Nunca creí ser testigo de un patriotismo tan grande. En instantes miles de personas estaban reunidas en las calles brindando ayuda de todo tipo. Tanto así que dejaron de solicitarla en algunos puntos porque sobraba. Personas donando todo lo que tenían dentro de sus casas sin esperar algo a cambio. Restaurantes ofrecían comida a todos los voluntarios… tantas muestras de amor y no solo hacia una patria sino hacia un país entero. Tenía una percepción del mexicano como un ser sumamente patriótico pero en otro sentido, en fiestas y grandes celebraciones. Empero le han dado al mundo algo que celebrar, y es esa noción de humanidad que todos buscamos.
Un nacionalismo que se proyecta gracias a una tragedia, y que en lugar de dividir une; no solo a los mexicanos sino al mundo. En vísperas de una coyuntura mundial que apunta (y exalta) cada día más a los grupos de extrema derecha que buscan aislarse y dividir a sus sociedades. Un mundo donde las diferencias religiosas y el relativismo cultural han costado la vida de muchísimos individuos. México nos enseña que la unión y el patriotismo debe utilizarse de una forma constructiva, más no destructiva. Sin duda alguna son un ejemplo para el mundo, ojala algun dia las naciones puedan aliarse de esa forma. Deseo para ustedes que esa unión de fuerzas que han usado para ayudarse unos a otros a reconstruir una nación, los lleve también a manifestarse en todo sentido (como lo hicimos en Guatemala en las recientes marchas). Nos han mostrado que no importa de donde vengas, sino a donde vas, se han levantado unos con otros por un mismo fin: levantar al país que los vio nacer. Han sido la personificación de lo que alguna vez soñaron sus próceres. Nunca se detengan y sigan dándole al mundo lo mejor que tienen.
Gracias México, por tu cultura, canciones (las de Luis Miguel y Aguilar), comida, arte, memes (reconozcámoslo, son los mejores) y tanto, pero sobretodo gracias por tu patriotismo y ejemplo de hermandad. Guatemala los admira y acompaña en esta lucha.