Se restituye el magisterio, un retroceso en la senda de la calidad educativa

Una sentencia de amparo de la Corte Suprema de Justicia en favor de una acción promovida por el partido UNE ha restituido la carrera de magisterio para el nivel medio. No voy a abordar un análisis jurídico sobre el fallo, si no que voy a analizar las repercusiones que las deficiencias en la formación magisterial tienen en el nivel de la calidad educativa en nuestro país.

Soy maestro de primaria, maestro, no profesor, no seguí ese sendero lleno de satisfacciones, la carrera magisterial, sinónimo de dedicación y esmero en la formación de los más pequeños de la sociedad. Realicé mis estudios en una Escuela Normal, una de esas instituciones educativas que fueron fundadas de en la década de los 70´s bajo la concepción de ser centro para la formación de profesionales de la educación. En aquella época la formación que se daba en ese tipo de internados e institutos resultaba suficiente para llevar a cabo la gran tarea educativa. Sin embargo, con el paso de los años y las innovaciones en el campo pedagógico fue necesario elevar los estándares de la formación de profesionales para garantizar un buen nivel de calidad educativa.

Actualmente, todos los países de América Latina requieren formación universitaria para los maestros de educación elemental. Con esta decisión judicial, Guatemala da varios pasos atrás en la carrera por mejorar el nivel académico de los formadores. En nuestro país está muy arraigada la creencia de que al obtener un título de Perito –contador o de empresas- o maestro de primaria, la inserción al mundo laboral será más fácil por ese año extra de formación –en comparación con el bachillerato común-, y que, ante la imposibilidad de pagar estudios universitarios, se prefiera hacer una mayor inversión educativa en diversificado. Este fenómeno ha ocasionado que miles de estudiantes se decanten por estudiar magisterio sin verdadera vocación docente, creando un exceso de oferta en el mercado, muchos de estos maestros –con poca vocación y una formación deficiente- terminan engrosando las filas de la Policía Nacional Civil o dedicándose a otro tipo de labores, lejos del campo educativo.

La reforma educativa que promovió Cynthia del Águila, garantizaba dos objetivos. Primero, que al sistema de educación pública pudieran acceder maestros con una mejor formación académica, fruto del tiempo en las aulas universitarias, y segundo, que seguramente, quienes decidieran estudiar tres años más en la universidad para ser maestros de primaria, tienen una fuerte vocación formadora. Era un paso gigantesco en la senda de la mejora de la calidad educativa, se reducía la oferta y al mismo tiempo se aumentaba su calidad.

Vivimos en una época en que la lucha contra la corrupción acapara titulares y debates públicos, temas como la educación, la generación de empleo, la mejora del clima de inversión, y la gestión pública en general han quedado rezagados. En el país de las universidades de cartón –varias que solo existen para tener incidencia en las comisiones de postulación-, de las decenas de carreras de diversificado sui generis –con autorización o sin ella-, y de los sindicatos de maestros dirigidos por auténticas sanguijuelas, es necesario debatir sobre educación, sobre el futuro de los más jóvenes, sobre temas de largo plazo y no dejar que el debate de la eterna coyuntura nos consuma.

Fotografiía tomada de: La Noticia en Guatemala

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