La respuesta es un rotundo no y se los dice un aficionado al deporte rey, hincha del del Deportivo Guastatoya en la Liga Nacional. Vamos a analizar el caso de Guatemala, la dilapidación de fondos públicos en las ligas profesionales y la ruta hacia el financiamiento privado del deporte.
En Guatemala existe un claro patrón respecto de la tendencia al financiamiento del fútbol profesional con dinero proveniente de impuestos, en diferentes niveles de competición las municipalidades son las principales financistas de equipos de fútbol. Hace varias semanas el proyecto Ojo con mi pisto publicó la investigación Siete alcaldes destinan 9 millones a equipos de fútbol, en la que detallan los montos erogados por las municipalidades de Guastatoya, Antigua Guatemala, Mazatenango, entre otras.
Los fondos de la asignación constitucional y los recaudados en forma local por la municipalidades deber ser invertidos en proyectos en beneficio de la población del municipio, agua potable, educación, infraestructura, ornato, sin embargo, existen jefes ediles inconscientes que gastan grandes cantidades de dinero público en el sostenimiento de equipos de fútbol, como reza el viejo latinajo panem et circenses para la población local, que sigue padeciendo innumerables problemas sociales mientras el dinero que recaudan las autoridades locales se gasta en salarios de jugadores extranjeros.
Desde otro punto de vista, el aporte de fondos públicos permite la injerencia de políticos en decisiones deportivas, resulta que sus familiares terminan engrosando las filas de un equipo en un esquema de manipulación clientelar. Con los políticos con poder de decisión dentro de la ecuación, no se premia el rendimiento deportivo, sino que, por el contrario, juega un papel fundamental la simpatía política, distorsionando así las relaciones regulares dentro de una organización deportiva e incidiendo en el efectivo rendimiento de un equipo.
Cierto es que las municipalidades en el país son autónomas y que pueden invertir sus recursos en apoyo al deporte, ahora bien, estos deben ser destinados a la inversión local, en la juventud y niñez, para prevenir su involucramiento en actividades nocivas para la sociedad. En espacios de sano esparcimiento para las familias, para que la población local pueda tener una proyección en el ámbito deportivo.
El país con más éxito en las competiciones deportivas a nivel mundial dentro del ciclo olímpico es Estados Unidos. El modelo norteamericano se basa en el financiamiento privado del deporte, es decir, que empresas y particulares financian en masa a los deportistas de alto rendimiento. Debemos seguir ese ejemplo, comerciantes, profesionales y particulares con gusto por el deporte deberían ser los financistas de un equipo de fútbol, incluso los políticos que gusten del deporte, pero con su dinero, no con recursos públicos, que deben ser invertidos en proyectos prioritarios que devuelvan al contribuyente sus aportes al erario público.
En las elecciones del año 2019, los ciudadanos debemos decidir si seguiremos permitiendo que los ediles destinen cantidades millonarias en un gasto de tal naturaleza o devolvamos sus recursos a los ciudadanos, a los niños y jóvenes, a nuestras familias.