Cristian Vargas
28 de octubre de 2018. Camp Nou, Barcelona.
Se dan cita dos de las más grandes instituciones deportivas en la historia y, sin duda, los equipos con mayor afición a nivel mundial. Barcelona y Real Madrid por el campeonato español, mejor conocido como La Liga. Luego de un rendimiento cuestionable por parte del equipo madridista, también conocido como “merengue”, el morbo que promovía este encuentro se notaba a flor de piel entre ambas aficiones.
Se pronosticaba una victoria sencilla para los culés (también se llama así al FC Barcelona o sus aficionados), mientras otros rechazaban esto tirando de la garra e historia merengue, cómo estos encuentros precisamente engrandecen a Los Blancos. Es fácil escribir sobre el magnífico desempeño del equipo culé en este momento, cuando el resultado de cinco goles por uno aún está grabado de modo indeleble: alegría y éxtasis para unos, decepción e ira para otros.
Sin embargo, me genera una duda: ¿cuántos fanáticos celebraron esta victoria con sorna, burlándose de los amigos que apoyan al equipo perdedor? ¿Qué deleite existe en vivir un encuentro con el único objetivo de tener más material para burlarse del rival?
La interrogante nace luego de escuchar declaraciones de Iván Rakitic y Gerard Piqué, emblemas actuales del equipo culé. Rakitic se negó a declarar sobre el momento precario del Real Madrid, indicando que prefería enfocarse en el crecimiento notorio de su equipo en los últimos partidos, incluso mencionó sentirse mal por su gran amigo Luka Modric, último ganador del premio FIFA “The Best”, quien milita en el conjunto merengue, aunque aclaró que así es el fútbol a veces.
Piqué, jugador con notables y polémicas declaraciones en contra del Real Madrid, se mostró empático tanto con el entrenador rival, Julen Lopetegui, como con los jugadores rivales. Mencionó tener amigos en la institución y que, poniéndose en sus zapatos, no le gusta pensar cómo se han de sentir, aludiendo a las críticas y ataques que sufren por la prensa y su propia afición.
El deporte en general es pasión y competitividad, pero siempre puede vivirse desde el respeto. Valorar lo bien que lo hizo el propio equipo, criticar cuando amerite y apoyar en todo momento sin falta. Si los profesionales, aquellos que viven de ello, pueden hacerlo, ¿qué nos lo impide a nosotros?