¡Sálvese quien pueda!

Es clave tener un cambio de mentalidad sobre la educación. La automatización nos obligará a reinventarnos constantemente.

Luis Fernando Salazar Rosas

Uno de los primeros libros que leí este año se titula: ¡Sálvese quien pueda!, escrito por el periodista Andrés Oppenheimer. El mensaje principal del libro es que prácticamente todas las profesiones ya están siendo transformadas por la automatización. La pandemia claramente ha acelerado mucho este proceso, en unos países más que en otros.

En el caso de Guatemala, la pandemia también ha dejado en evidencia la incapacidad del sistema de educación público para adaptarse a las nuevas circunstancias. Entre la imposibilidad de las familias con menos recursos para acceder a las tecnologías necesarias para recibir una educación a distancia, la falta de voluntad política para hacer reformas y la cooptación del sistema por parte del sindicato de maestros (el cual no tiene ningún interés en el que las cosas cambien) no se ve en el futuro a mediano plazo una posibilidad de que la situación educativa en el país cambie para bien.

No dotar a las nuevas generaciones guatemaltecas de una educación apropiada, acorde a las necesidades de la época, condena a cientos de miles a no poder salir de la pobreza. Desde mucho antes de la pandemia, el sistema educativo guatemalteco, regido por el curriculum nacional base del Ministerio de Educación, daba grandes muestras de no responder a las necesidades de un mundo en constante cambio, donde las nuevas normalidades llegan tan de pronto que muchas veces ni siquiera las percibimos.

Con especial preocupación veo la fijación de los guatemaltecos (y de los latinoamericanos en general) en estudiar carreras con un mercado laboral saturado (tal como es el caso de Derecho), o, peor aún, sin una salida laboral. Estoy convencido de la necesidad de que se gradúen más ingenieros, y menos abogados y psicólogos.

Más allá de señalar lo evidente, quiero abordar brevemente algunas ideas para cambiar el estado actual del problema.

Una posible solución ante la mala calidad de la educación pública a nivel primario y secundario es el darle el control a los padres de familia sobre la educación de sus hijos a través de la entrega de vouchers educativos. En otras palabras, subsidiar la demanda y no la oferta. No obstante, es una propuesta no tan viable (al menos de momento), pues tendría que empezarse por sacar de la discusión a personajes nefastos como Joviel Acevedo. Los costos políticos de un enfrentamiento abierto con uno de los sindicatos más grandes del país no pareciera que va a suceder (al menos en la administración actual).

Según Oppenheimer en ¡Basta de historias! la obsesión Latinoamericana con el pasado y las doce claves del futuro, el bajo nivel de la educación en los colegios privados y escuelas públicas en Latinoamérica es una de las causas por la cual los jóvenes le huyen a especializarse en disciplinas científicas. Es importante que se fomente mucho más el estudio de éstas disciplinas, y que los profesores sean mejor preparados para transmitir bien sus conocimientos y no generar una resistencia de sus alumnos a aprender sobre temas como matemática, física, química, etc.

En Sálvese quien pueda, Oppenheimer explica cómo ya no existirá tal cosa como una carrera en la que no se tenga que estudiar algo relacionado con las matemáticas. La automatización poco a poco nos irá obligando a todos a tener conocimientos aunque sea mínimos sobre el uso de aplicaciones, programación y manejo de bases de datos. Es por ello la importancia de perderle el miedo a estudiar cuestiones relacionadas con números.

Otra propuesta para disminuir la brecha existente entre la demanda y la oferta en el mercado laboral es apostar por ampliar el INTECAP. La educación superior es importante, pero más importante es ofrecer oportunidades para estudiar carreras técnicas de las que sus egresados puedan ofrecer servicios que son ampliamente demandados pero que en la actualidad son escasamente ofrecidos. Para la sociedad, termina siendo mucho más productivo un técnico en aires acondicionados que un abogado mal formado, solo por dar un ejemplo.

Oppenheimer en Sálvese quien pueda también menciona que la educación ahora debe ser constante. Es decir, ya no es suficiente con tener una licenciatura o una maestría para una carrera profesional, es necesario actualizarse constantemente, puesto que los conocimientos obtenidos se van quedando obsoletos cada vez más rápido.

Por ello encontré muy interesante formar parte de un programa de Funsepa el año pasado, en el cual se tuvo la oportunidad de tomar cursos en la plataforma de Coursera sin costo. Las plataformas de aprendizaje virtual permiten tomar cursos de las universidades más prestigiosas del mundo a precios accesibles. Otra ventaja es que se puede estudiar lo que se necesita, evitando estar en un pénsum cerrado, lo cual muchas veces representa tomar cursos que no necesitamos o no podemos aplicar en nuestro campo laboral. En lo personal, estudié cursos sobre sostenibilidad, sobre salud y hasta sobre coreano básico.

Es clave tener un cambio de mentalidad sobre la educación. La automatización nos obligará a reinventarnos constantemente. Cada año seguirá la tendencia de que se generen profesiones que nunca antes habían existido. ¿Quién, por ejemplo, podría haber previsto hace unos años que se podría vivir de crear vídeos para Youtube? Parafraseando lo expuesto por Robert Kiyosaki en Padre rico, padre pobre, no es una buena idea especializarse únicamente en un tema, pues no sabremos si en unos años esa especialización ya no será necesaria. Más bien, es mejor tener un poco de conocimiento sobre varios temas y no tener miedo a reinventarse y hasta cambiar de profesión.

Mientras no haya una reforma educativa profunda y un cambio en la mentalidad individual de los guatemaltecos para tomar el control sobre su educación, el país tendrá muy complicado salir del subdesarrollo. El reto es enorme, pero las posibilidades y opciones de mejora también son muchísimas. Mientras tanto, ¡sálvese quien pueda!

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