Nueva Corte de Constitucionalidad. Se le acabaron las excusas a los políticos

El crecimiento debe ser inclusivo para que llegue a todos y exponencial para que alcance a la mayor cantidad de población en el menor tiempo posible. Para lograrlo, es importante tener claro que la solución no es la redistribución, sino la creación de riqueza.

Luis Fernando Salazar Rosas

Una nueva Corte de Constitucionalidad significa que se le acabaron las excusas a la élite política de Guatemala para seguir justificando el pobre desempeño económico del país. Si bien es cierto que varios abusos de poder afectaron algunos proyectos de inversión, la realidad es que la economía guatemalteca no crecía más allá de un paupérrimo 3% anual en años previos a la C.C. que recién salió. Bajo ese crecimiento, tomaría décadas doblar la renta per capita de los guatemaltecos.

Es momento de que el Legislativo saque adelante los proyectos de ley que reactivarían la economía y pongan a Guatemala en vías de un mayor desarrollo. Entre lo más destacado, es importante que se legisle en favor de las alianzas público-privadas, las zonas francas, el trabajo a tiempo parcial, los salarios diferenciados y sobre todo, en favor de mejorar la pobre infraestructura terrestre, portuaria y aeroportuaria.

A la vez, es importante buscar maneras de atraer nuevas inversiones extranjeras, las cuales son fundamentales para el desarrollo de un país. Ofrecer un mejor capital humano, incentivos fiscales y mejor protección de la propiedad privada (tanto de robos, extorsiones e invasiones) son ejemplos de condiciones que se necesitan para que vengan nuevos capitales. Incorporar a la industria nacional a las cadenas globales de valor, ofrecernos como una opción para el nearshoring por nuestra cercanía a los Estados Unidos y nuestra posición geográfica privilegiada en Centroamérica, y en el mediano plazo aprovechar más el potencial turístico de nuestros destinos son otras tres propuestas que se me ocurren para mejorar las condiciones de vida de los guatemaltecos.

Un gran reto es el tiempo que toma una iniciativa de ley para ser aprobada. Es cierto que esto no es un tema ajeno a legislaturas anteriores. Históricamente ha sido muy complicado llegar a consensos en el Congreso para consolidar una agenda de país, no se diga ahora que la fragmentación partidaria es tan amplia. No obstante, esto no debería servir de excusa para la alianza oficialista, que ha demostrado tener los apoyos necesarios para sacar adelante propuestas de ley durante la pandemia.

De igual manera, mantener la estabilidad macroeconómica será muy importante. La inflación, causante de que los sueldos cada vez alcancen menos es la receta para la radicalización de las clases medias, siendo un ejemplo clarísimo la Venezuela de los noventas. Sin estabilidad macroeconómica, la mesa para una revolución social estaría servida. Noviembre del año pasado fue solo una pequeña muestra ello. Por eso es importantísimo la contención del gasto público y evitar la tentación de devaluar el quetzal.

Hay que ponerle especial atención al ejemplo de lo que está sucediendo en Perú actualmente. A pesar de ser un país que ha crecido económicamente más que sus vecinos latinoamericanos en los últimos años, llegará a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales un candidato de extrema izquierda. Más allá del voto de castigo por la excesiva corrupción, pareciera que también su discurso ha calado en las áreas del Perú que menos se han favorecido de la bonanza económica. Queda demostrado que no basta con el aumento del Producto Interno Bruto. El crecimiento debe ser inclusivo para que llegue a todos y exponencial para que alcance a la mayor cantidad de población en el menor tiempo posible. Para lograrlo, es importante tener claro que la solución no es la redistribución, sino la creación de riqueza.

Es menester que los políticos que dicen ser de «derecha» y «pro empresa» se pongan manos a la obra para trabajar en una buena agenda económica. El no hacerlo, nos puede salir muy caro de aquí al 2023. Estos dos años pueden ser la última oportunidad para rectificar y evitar la debacle que sería caer en los brazos de un populismo de extrema izquierda. Los políticos deben dejar de buscar excusas. Aún queda algo de tiempo.

Imagen destacada: Congreso de la República de Guatemala

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