Tenemos los paisajes de Suiza y las carreteras de Haití

La semana recién pasada tuve la oportunidad de viajar a Escuintla y Quetzaltenango. En ambos casos lo que destacó fue el mal estado de las carreteras. Por un lado, entre el cráter que se abrió en Villa Nueva, y la mal bacheada carretera a Puerto Quetzal, queda más que expuesto un deterioro drástico de toda la infraestructura a cargo del Estado.

Regresé el jueves de la Costa. El sábado fui a Quetzaltenango, la cual, siendo la segunda ciudad más importante de Guatemala debería estar conectada por una autopista de primer nivel con la Ciudad de Guatemala. No obstante, y lo que a nadie sorprenderá, lo que existe es una carretera que no solo está en pésimas condiciones, sino que también es un riesgo para los vehículos y hasta para la integridad de los conductores por el peligro que representa ir maniobrando en «zig zag». Con todo esto, a la SAT se le ocurren ideas como prohibir la venta de gasolina a quien no haya pagado el impuesto de circulación, y se preparan los retenes de la policía para encontrar a quienes estén pendientes de realizar el pago.

Más allá de exponer lo evidente, y de quejarme, la pregunta a responder es: ¿qué se podría hacer para mejorar las carreteras en Guatemala? La respuesta es, sin dudas, establecer un modelo de cobro por uso (en otras palabras, peajes). En los próximos párrafos explicaré por qué.

En el último par de años he tenido la oportunidad de conocer varios países y ciudades. En esta ocasión, y por el tema del que escribo, quiero destacar tres países: Irlanda, Colombia y el Reino Unido.

Hace un poco más de un mes visité Dublín, la capital de la República de Irlanda. La historia de Irlanda está directamente vinculada a la migración. Hace no mucho, los irlandeses migraban en masa, dadas las condiciones de pobreza y hasta de hambruna que vivían. Hoy, luego de apostar por un gobierno limitado, impuestos bajos y una mano de obra altamente calificada (entre muchas otras cosas), Irlanda es uno de los países más prósperos del mundo. Los irlandeses ya no huyen de su país, y reciben a miles de migrantes al año de países tan distintos y lejanos como Brasil y Afganistán.

Irlanda también ha apostado por tener una infraestructura de la más alta calidad, la cual no se limita a carreteras. El aeropuerto de Dublín es francamente impresionante. A pesar de ser una ciudad pequeña, su aeropuerto es bastante grande. La autopista que conecta el aeropuerto con la ciudad también es de excelente calidad. Sin duda, esto ha facilitado el desarrollo de empresas irlandesas como Ryanair y Primark, y la instalación de sedes en Irlanda de Amazon, Apple, Facebook y Microsoft, entre otras.

En Dublín también encontré interesante que usaran barredoras e hidro lavadoras para limpiar las aceras. Si usted quiere saber qué tan limpia es una ciudad, revise las suelas de sus zapatos después de caminar por sus calles.

En el caso de Colombia, el segundo país que enlisté, tuve la oportunidad el año pasado de recorrer su Costa Atlántica. Viajé desde Santa Marta hasta Cartagena (unos 220 kilómetros) vía terrestre. Todas las carreteras que conectan Santa Marta, Barranquilla y Cartagena tienen dos cosas en común: están en buenas condiciones, y, ¡oh sorpresa! cobran peaje. Estando en manos de privados, la infraestructura de Colombia es relativamente muy buena. En comparación, los caminos en Bogotá (bajo administración de la Alcaldía) están en pésimas condiciones.

El cobrar peaje es lo más justo, pues el mantenimiento de las carreteras lo pagan quienes las usan, y libera recursos valiosos del Estado para otras causas. Además, el que sean de administración privada disminuye la corrupción, pues le quita su control a los políticos de turno. Evidentemente alguien se va a enriquecer por administrar una carretera, pero precisamente esa es la gracia de las empresas. Un empresario tiene muchos más incentivos que un político para mantener una carretera en buenas condiciones. Los políticos que denuncian el mal estado de las carreteras, pero que siguen promoviendo que estén en manos del Estado, en realidad no les molestan las malas condiciones de los caminos, les molesta no tener bajo su control los millones que tiene el gobierno para ese rubro. Con el modelo actual, los que se enriquecen son los políticos.

Por otro lado, haciendo referencia al tercer país que mencioné al principio, encontré interesante conocer el Reino Unido, particularmente Londres, también hace ya casi dos meses. Lo interesante de Londres, además de su orden, su limpieza y su historia, es su política de tarifas de congestión. Básicamente, en Londres se cobra por circular en vehículo particular dependiendo de las horas pico (y ahora hasta de las emisiones de CO2). Al final, es justo que los usuarios de las vías paguen por su uso. Si en Inglaterra (y en tantos otros países) lo hacen, ¿por qué en Guatemala no?

Tenemos los paisajes de Suiza y las carreteras de Haití.

Originally tweeted by Luisfer Salazar R. (@srLuisfer) on 30 julio, 2022.

El título de esta columna se debe a un tuit que publiqué el fin de semana. El ir manejando a tan baja velocidad por las carreteras del nivel de Haití (o de África, o de cualquier otro lugar subdesarrollado) irónicamente me dio la oportunidad de fijarme en el paisaje tan impresionante del Occidente de Guatemala, parecido al de Suiza o de cualquier otro país bonito. En otras palabras, lo que quise decir es que tenemos un país muy atractivo a la vista, pero con pésima infraestructura. Yo me pregunto, ¿cuánto nos costará (monetariamente y hasta en tiempo) a los guatemaltecos las malas carreteras, puertos y aeropuertos? ¿Cómo afecta esto a la competitividad del país, a la atracción de inversión extranjera directa y a la generación de empleo? ¿Debemos seguir manteniendo esta discusión desde la ideología, o deberíamos ser más pragmáticos para implementar lo que en otros países ya funciona? ¿Es necesario quitarle el control total de la infraestructura a los políticos? La respuesta, al menos para la última pregunta, es un sí.

Se le debe poner atención a la Ley General de Infraestructura Vial, la cual está en tercer debate en el Congreso. La aprobación de esa ley significaría la modernización de la infraestructura vial en el país. Me parece que muchas personas han criticado esta iniciativa de ley, ingenua o perversamente, sin entenderla bien. ¿Por qué será que muchos diputados y alcaldes se oponen a su aprobación? Por otro lado, con un nuevo modelo de desarrollo de infraestructura, también debería considerarse la eliminación del impuesto a los combustibles, pues al final se va a un fondo común, en lugar de a lo que supuestamente está destinado.

¿Qué será más caro? ¿Pagar por uso de carreteras o el tiempo que perdemos por el mal estado de las mismas, además del encarecimiento de los productos que esto seguro representa? Esto sin mencionar el riesgo de accidentes de tránsito. Si en países como Colombia e Inglaterra han funcionado modelos parecidos, ¿por qué aquí no funcionaría? ¿Qué alternativa hay? ¿De qué nos sirven las campañas de atracción de inversión y de turismo si seguimos sin ofrecer buena infraestructura? Lo que está claro es que nada va a cambiar mientras sigamos haciendo lo mismo. Es necesario un cambio de modelo.

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