La USAC es un subsidio a los ricos

Los sancarlistas constantemente se quejan del «insuficiente» presupuesto asignado a la Universidad de San Carlos (USAC). No obstante, sin dejar un lado la necesidad de aumentar el alcance de la educación superior a más guatemaltecos, hay aspectos usualmente no analizados.

El primero es evidente. No es conveniente que la universidad tenga una asignación del 5% sobre el presupuesto de manera constitucional. ¿No sería lógico que el presupuesto se asignara dependiendo del número de alumnos / propuestas de proyectos? ¿Será que la USAC está administrando bien sus ingresos? ¿Será justo que de nuestros impuestos se paguen cuestiones como viajes de estudiantes de la AEU a Cuba para celebrar el cumpleaños de Fidel Castro?

El segundo problema de pronto no es tan notorio. La USAC es un subsidio para los ricos. Es insostenible que una sola universidad pública reciba tal cantidad de alumnos sin cobrarles prácticamente nada.

Valdría la pena empezar a evaluar la posibilidad de cobrar según la capacidad económica del alumno. Muchas universidades públicas de países como China (supuestamente comunista) toman en cuenta el ingreso familiar para calcular la matricula de sus estudiantes. En lo personal, tengo varios compañeros de promoción que estudian en la USAC y no se les cobra nada, luego de que pagaban una mensualidad de casi 4 mil quetzales (unos 500 dólares) en el colegio. ¿Por qué no se les cobra a los que pueden pagar para contar con más recursos para los que tienen menos? ¿No es esto un subsidio para «ricos»?

Suponiendo que la USAC definitivamente necesita más dinero, el aumento de la asignación de recursos públicos no es la única solución. En breve, por dar una idea, podrían empezar a fomentar la invención de productos que tengan una salida comercial y que representen ingresos nuevos (en lugar de producir tanta literatura social que termina archivada en bibliotecas). De esta manera es que las universidades de países como Israel y Finlandia obtienen buena parte de sus presupuestos.

Otra opción sería cobrarle a los alumnos una parte de su matricula al momento de que empiecen a trabajar. Esto ya se hace en universidades públicas de varios países como Inglaterra y la India. Así, podrían ingresar jóvenes sin recursos para luego, al momento de obtener un empleo, colaboren con los nuevos usuarios de la educación pública superior.

Con toda la problemática, la mayor falencia de la USAC es su poca capacidad de autocrítica. Este es un mal del que padecen la gran mayoría de universidades públicas latinoamericanas. Mientras los sancarlistas no aprendan a identificar los errores de su organización, la oportunidad de mejora es prácticamente nula. En la tricentenaria deberían pasar menos tiempo organizando huelgas a las que solo van a gritar insultos y bautizos para los alumnos de nuevo ingreso y más tiempo buscando cómo mejorar.

Queda para la reflexión.

*Columna inspirada en el libro «Basta de historias» de Andrés Oppenheimer.

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